Arrinconado en la dulzura de la voz materna
yo niño imaginaba a la eternidad
en concepciones teológicas algo asì como
un Dios todo poderoso capaz de meterse en mis venas
en mi casa de saber mis pensamientos de pe a pa
no como ahora ya grande y pelotudo
que la concibo en términos urbanos
algo así como esperar el colectivo una
noche oscura de invierno bajo la lluvia
una noche como esta en la que el ateo
el descreído es bautizado con un pan
duro hongueado y que no quiere hablar del vientre seco
de las horas de la nostalgia de los ojos
lastimados por el alcohol de la columna vertebral corroída
por el trabajo insano ni del miedo al fantasma de la soledad
ahora que te miro mujer final de la amargura
desnuda bajo la luz es otra eternidad
más física mas espiritual cercana al inconsciente
y va a amanecer y mis testículos se asoman al balcón
a escuchar el canto de los pájaros.
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