jueves, 21 de noviembre de 2013

Madrugada adolescente

I
Supe reír
Supe llorar.
Me he atrevido a mirar a mi madre 
como a una perra, 
a mi padre como un fracasado.
Como cualquiera, era un adolescente,
un engendro,
 un fantasma al que no podía
lamerle la carne la muerte.

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II
Hay algo volador en esto de ser de carne y hueso/
Uno siempre va a parar a los pájaros/
Los pájaros se alimentan de gusanos/
Salvo el fuego.

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III
TE amo porque tu piel es el acorde invertido que toca la muerte,
porque tu voz es un arrollo dulce,
porque tu pelo es una constelación para mis manos astronautas.

Te amo porque tu sexo canta a coro con la luna.

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IV
Tus ojos de colibrí,
de sueño,
de vuelo,
no explotan hasta llegar a la luna.

Es ahí cuando salgo,
 de noche;
 a juntar luciérnagas.

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V
Mi corazón era un día bajo la lluvia,
luego fue un charco,
mas tarde una manchita de musgo.

Que haya salido el sol y le crezca un trébol de tres hojas
es casi un milagro.
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VI
Querida poesía:
                                  La noche es el rincón donde se acurrucan las palabras.
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VII
Ha amanecido y soy solo la ceniza
de un cigarro que se fumó la luna.

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lunes, 4 de noviembre de 2013


Yo que fui hecho hasta el parto por hombres y mujeres
llenos de cielos y poesías leídas al apuro.

 Una madre maestra de escuela,
moza de tobillos cristianos,
puta de tarifa humilde.

Un padre que
nunca supo soñar lo posible. 
Desempleado de los noventa, 
enfermo por el fútbol como cualquier
hijo de vecino.

He desmigajado a los panes ciegos que rechaza
la garganta que cantaba cuando todavía
era  pibe.

He crecido en la cresta de llantos borrachos,
adolescentes, suicidas,
bajo tormentas trasnochadas.

Volado por charcos con  barquitos de papel
tripulado por sirenas.

¿Trepaba árboles muertos?
¿ En un delirio nocturno?
¿ O eran palabras sin aire?
¿ Escritas en computadoras?

Las sombras, las sombras,
las puras sombras

!Oh música! 
aliento de pájaro,
hormona del misterio.   

Eclipses en 
el reloj de un dios que corre. 

Nunca supo mirarme a los ojos.